Imaginad a una familia de Camerún
que llega a vivir a Cantabria, España,
donde se instalan. Tienen un hijo, W, que ha pasado los primeros 3 años de su
vida en aquel país, donde nació.
Imaginadle, porque es como todos
los niños: juguetón, acostumbrado a moverse con libertad y saltarín, que
corretea más que nuestros niños, a quienes sometemos tantas veces a una
incómoda quietud.
Imaginad que, como todos los
niños, se cae a veces corriendo… Y otro día, de un columpio. Y otro, saltando
una pequeña valla, se hace daño en la
pierna. En otra ocasión, sufre un catarro con fiebre alta, como mi hija, como
vuestros hijos, como cualquier pequeño. En cada una de estas ocasiones, sus
padres le llevan al hospital para que sea atendido… ¿Qué otra cosa hubierais
hecho vosotros?
Y que en el hospital, inmerso en
tanta normativa que nos han ido aplicando e imponiendo, el médico considera que
son varias las veces que W. ha acudido a la urgencia o a la consulta, y da
aviso a la policía, porque interpreta que podría haber algo “raro”… Ésta avisa
a los servicios sociales, y sin realizarse investigaciones previas, se detiene
a los padres inmediatamente. Os informo
que la madre, M., se encuentra embarazada de 5 meses cuando pasa la noche en el
calabozo.
Imaginad que se trata de alguno
de vuestros hijos… Y que os encontrais en esta situación. Pero sigo contándoos:
A los dos días de estos acontecimientos, los Servicios Sociales decretan
la retirada de la patria potestad a los padres de W., sin más investigaciones de los hechos ni
atención a las alegaciones. Pero imaginad ahora algo peor:
El niño está en el colegio donde,
como cada día, sus padres le han acompañado para asistir a clase. Y de pronto,
sin que él sepa por qué, personas desconocidas entran a llevárselo de allí, y
angustiado, ve como le trasladan a un lugar que no ha visto nunca, en un
entorno extraño y donde no encuentra a sus padres por ningún lado. Apenas tiene
5 años.
¿Podemos percibir la angustia de
este pequeño? ¿Podemos intuir al menos, lo perdido y lo solo que se encuentra
en estos momentos? No sabemos si alguien le explica qué pasa, si consuelan sus lágrimas, o qué le responden
cuando pregunta por sus padres. Y hemos de suponer que todo esto es por “el bien superior
del menor”.
Hasta aquí, encontramos varias
atrocidades graves. Pero hay más.
Cuando estos padres angustiados
se empiezan a movilizar para encontrar a su hijo, para defenderse, para
recuperarle, desde alguna institución se les asusta, se les rechaza, se les
criminaliza y les acusan ante un tribunal penal de maltrato familiar. En el
transcurso de estas acciones, se pide para ellos hasta 9 años de cárcel.
Son de Camerún… Inmigrantes
trabajadores… ¿Le importa a alguien su dolor y su tristeza?
Los trabajadores sociales actúan,
muchísimas veces, como técnicos burócratas, la ley obliga…
Se rellenan
informes, se “suponen” datos que nadie ha demostrado ni contrastado. En el caso que nos ocupa, se acusa de maltrato
a unos padres que lo que sí sabemos es que han acudido cada vez que su hijo
estaba enfermo a un hospital para ser atendido.
En Primera Instancia, el Juzgado
Penal a quien tocó el asunto, tras las investigaciones de la instrucción,
atendiendo a los informes forenses, psicológicos y cuantos creyó oportunos,
procedió a la absolución de F. y M. de todas, TODAS, las acusaciones.
El Instituto de Servicios
Sociales cántabro recurrió. No sabemos en base a qué interés.
La Audiencia Nacional volvió a
ratificar la absolución de todos los cargos de que eran acusados. En 2011 se presentó un informe firmado por el Catedrático de Psicología de la Universidad del País Vasco, Joaquín de Paúl, y por la Doctora en Psicología de la misma institución, Ignacia Arruabarrena, en el que se señalaba que “la intervención del Gobierno de Cantabria no se ha llevado a cabo siguiendo algunos principios y criterios de actuación básicos y centrales”. Ambos profesionales coinciden en que en este tipo de situaciones la Administración o el ente encargado de velar por la seguridad del menos tiene que llevar a cabo un proceso de evaluación para, con la información recopilada, diseñar un “Plan de Caso”. El informe señala que, con la documentación que les había sido aportada, no estaban en facultad de afirmar que el Gobierno hubiese llevado a cabo ni la evaluación ni el Plan de Caso necesarios en estas situaciones.
El ISSC recurre de nuevo la sentencia de la
Audiencia Provincial.
Mientras, han ido pasando los
meses, los años… No se ha conseguido que F. y M. puedan, al menos, ver de vez
en cuando al hijo, tener contacto con él.
Sabemos que W. está en situación
de pre-adopción. No dudamos, ojalá así sea, que la familia que le acoge sea
buena y le quiera mucho. Pero ¿sabe esta familia las irregularidades que se han
dado en este caso y cómo fue el niño arrebatado de su entorno? ¿Están de
acuerdo con la arbitrariedad cometida por algunas instituciones sociales?
Si en lugar de denunciar y
querellarse contra los que apoyamos en
público a la familia de W., dichos organismos procuraran el bien superior de
este niño, entenderían que, para reparar el daño ya hecho y no agrandarlo,
deberían, como dicen grandes expertos y profesionales, colaborar en que los
padres biológicos y los pre-adoptivos pudieran encontrarse. Es aberrante que
las instituciones procuren que los
progenitores y los cuidadores se ignoren y se enfrenten y se disputen a los
niños, como si de una propiedad de terreno se tratase.
Los niños tienen vivencias, memoria, identidad, biografía; decimos
en nuestro grupo que no pueden ser trasladados como una prenda de vestir de una
percha a otra sin los oportunos y correctos cuidados. Muchos de nosotros hemos
tenido niños en acogida en casa y jamás hemos pretendido suplantar a su
verdadera familia. Sí colaborar para que estuvieran atendidos, acompañados y se
sintieran queridos. ¡Y cuántos de ellos agradecen tener dos familias o una
familia más grande!
Dice Enrique M. Reguera que “la
noción de pertenencia no tiene mucho
que ver con la noción de propiedad”.
Y así es, falta solo que los que legislan sobre custodia y adopción quieran por
fin entenderlo. Que el derecho positivo no pisotee el orden natural, el derecho
natural.
Mariam del Toro, Julio, 2015.
*Fotos: Mariam del Toro y cuadro perteneciente a la obra
de Concha Mayordomo.
Página de apoyo a W y a su familia:
https://www.facebook.com/libertadparaw?fref=ts
*Fotos: Mariam del Toro y cuadro perteneciente a la obra
de Concha Mayordomo.
Página de apoyo a W y a su familia:
https://www.facebook.com/libertadparaw?fref=ts
No hay comentarios:
Publicar un comentario