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domingo, 11 de septiembre de 2016

COMPAÑERO PRESIDENTE...


El río invierte el curso de su corriente.
El agua de las cascadas sube.
La gente empieza a caminar retrocediendo.
Los caballos caminan hacia atrás.
Los militares deshacen lo desfilado.
Las balas salen de las carnes.
Las balas entran en los cañones.
Los oficiales enfundan sus pistolas.
La corriente se devuelve por los cables.
La corriente penetra por los enchufes.
Los torturados dejan de agitarse.
Los torturados cierran sus bocas.
Los campos de concentración se vacían.
Aparecen los desaparecidos.
Los muertos salen de sus tumbas.
Los aviones vuelan hacia atrás
Los rockets suben hacia los aviones.
Allende dispara.
Las llamas se apagan.
Se saca el casco.
La Moneda se reconstituye íntegra.
Su cráneo se recompone.
Sale a un balcón.
Allende retrocede hasta Tomás Moro.
Los detenidos salen de espalda de los estadios.
11 de Septiembre.
Regresan aviones con refugiados.
  Chile es un país democrático.
Las fuerzas armadas respetan la constitución.
Los militares vuelven a sus cuarteles.
Renace Neruda.
Vuelve en una ambulancia a Isla Negra.
Le duele la próstata. Escribe.
Víctor Jara toca la guitarra. Canta.
Los discursos entran en las bocas.
El tirano abraza a Prat.
Desaparece. Prat revive.
Los cesantes son recontratados.
Los obreros desfilan cantando
¡Venceremos!
 
 
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Gonzalo Millán Arrate, (*Santiago de Chile. 1 de enero 1947-†id.14 de octubre 2006).
Poeta, académico, artista plástico y traductor.
Es considerado, por la crítica, como una de las figuras más connotadas de la denominada Generación del sesenta, en Chile,  cuyo representante más joven, fue justamente él.

      Le dedicó un hermoso poema a Salvador Allende cuando, el 11 de septiembre de 1973, las fuerzas armadas chilenas, financiadas por el gobierno estadounidense de Nixon y apoyados por la burguesía, bombardeaba el palacio de la moneda donde se encontraba el presidente elegido democráticamente por el pueblo.

    Varios paros patronales tuvo que tolerar el presidente en sus años de gobierno. Pero siempre tuvo algo en claro: él no iba a ser quien iba a dar pie al derramamiento de sangre. Y, fiel a sus principios y convicciones, estando en el momento más complicado de su gobierno, siguió adelante... hasta el final de su vida...
 
 
 
 
 

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