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viernes, 5 de enero de 2018

EL PENTOTAL DE LA ILUSION: NOCHE DE REYES

     Siempre tuve dudas con respecto a la tradición de los Reyes Magos: mi hija, Mohammed, los sobrinos, etc... ¿Estaba bien mantener el cuento o estaba mal mentir para crear una ilusión?

     Mi padre me había transmitido con tanta pasión la ceremonia de escribir la carta, limpiar los zapatos y colocarlos en la salita, que entonces también era cocina y comedor, y despertarnos temprano el día 6, que, cuando descubrí la realidad y de dónde procedían los regalos, (mi padre dejaba de fumar una temporada para ayudar al ahorro y  él y mi madre economizaban para que, al menos, una petición de cada uno se cumpliese), no lo superé muy bien.

      Alrededor de los 12 aňos, comenzaron a contar conmigo para la complicidad de los preparativos, y mi padre, a quien le gustaba Baltasar porque siempre fue del sur, me llevaba de la mano a buscar el pentotal de la ilusión de los 3 chiquitines.

      Una vez, a las 10 de la noche del dia 5 de enero, se dio cuenta de que faltaban las pilas de la moto pedida por Juan. Y los dos, abrigo y bufanda colocados a toda prisa, salimos en busca de una ferretería abierta, cuando aún no existían bazares chinos ni tantos grandes centros comerciales.

      Conseguidas las pilas en una tienda de barrio, volvimos tan contentos, yo esperando mi regalo, que para mi siempre la sorpresa seguía intacta.
      Una vez yo pedí un tocadiscos, el primero que íbamos a tener, a pesar de que mis padres amaban la música.

      Lo elegimos los dos juntos, mi padre-Baltasar y yo, y compramos los discos que queríamos para todos, los "modernos" para mí y los chicos, las coplas para mi madre, algún bolero para él y Vivaldi y Strauss.
    Cuando nació mi hija, mi padre recobró esa ilusión que había perdido cuando en casa se habían producido ausencias por causas muy dolorosas. Y yo me quité de en medio las dudas que la moderna pedagogía me había hecho aflorar y volvimos a limpiar los zapatos.
 
     Ella descubrió desconsolada la verdad, aunque le expliqué que todo era una tradición y que ya era grande para participar y preparar los regalos para su papá, sus otros hermanillos del corazón  y para mi, aunque creo que eso no supuso consuelo en principio. Hoy es un paje más ayudando en el reparto en nuestro espacio liberado de Entrevías.


     Con Mohammed, que a sus 7 años demostraba gran inteligencia, la primera navidad que pasó en España fue todo un descubrimiento.



     Los anuncios, las calles, los otros niños del hospital, todos en espera de los Reyes, las actividades que se sucedían en el teatrillo, nos sumergieron en la vorágine.

     Y él, lo recuerdo perfectamente ahora, me preguntó: "Si los Magos llevan regalos a todos los niňos, ¿por qué en mi país nunca nos dejan nada?

      Hubo Reyes 2 años para él, en casa, en la de Enrique, en San Carlos Borromeo,  pero al tercero no llegamos.
      El 3 de Enero, él mismo tuvo que seguir la estela de alguna estrella hacia su Paraíso.

      Sigue resonando en mí su pregunta, porque para millones de niňas y niňos no hay cartas ni respuestas, no solo es que no reciban un presente de esos que nuestra burguesa vida nos plantea como buenos para los nuestros, es que ni siquiera les dejamos vivir, crecer con derechos.


Mi padre decía que no eran Reyes, sino Sabios de Oriente aquellos que buscaban al niño de Belén. Y yo sigo esperando que, alguna vez, la cordura nos sea transmitida para que este pentotal de la ilusión no necesite tantas inyecciones.

  

De nuevo, otro año en Entrevías, se hará posible la llegada de presentes.  

             ¡Que los Sabios Magos nos apapachen!





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