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sábado, 15 de marzo de 2025

MARZO-MUJER 25. Día 15

 



      




En el valle del río Gamtoos, en las afueras de la ciudad de Hankey, Sudáfrica, hay una tumba cubierta de guijarros, algunos de los cuales tienen pegada la imagen del rostro de una mujer negra. 


     El lugar está rodeado de vallas metálicas para evitar actos de vandalismo y en el exterior se puede leer una placa de bronce  que lo señala como un sitio de importancia espiritual, cultural, social e histórica, porque allí descansan los restos de SARA BAARTMAN.

 
      "Descanso Final" dice la placa.

     Y se debe a razones de peso, porque Sara llegó allí después de 192 años de exilio europeo, durante los cuales, primero viva y después muerta,  fue vendida como esclava, luego violada sin descanso como fenómeno de circo, bestia enjaulada  de zoológico, carne de prostitución, objeto de supuestos "estudios científicos" y, finalmente, tratada como pieza de museo.

   Fue víctima del racismo colonial y del racismo científico.


    Nacida en 1789, irónicamente el año de la Revolución francesa, Sara formaba parte de una tribu de pastores de vacas de los joi-joi.  El carácter pacífico y amable de estas tribus les llevó a recibir amigablemente a los Boers instalados en la colonia del Cabo, por la Compañia de las Indias Orientales de Holanda. Rápidamente, estos campesinos blancos se apropiaron de las tierras y sometieron a los nativos a esclavitud.

Huérfana a una edad temprana, se casó muy joven con un hombre que tocaba los tambores, incluso llegaron a tener un hijo que murió al poco de nacer.


Cuando apenas tenía 16 años, los colonialistas holandeses asesinaron a su marido y ella fue llevada al mercado de esclavos en Ciudad del Cabo. La vendieron a un traficante llamado Pieter Willen, que la bautizó como Saartjie, diminutivo de Sara en holandés. 


Y alí conoció a Willian Dunlop, un médico y empresario inglés que, al ver sus características físicas, pensó que podía explotar su cuerpo y ganar mucho dinero con ella.


La joven padecía lo que se conoce como esteatopigia, que no es mas que una acumulación anormal de grasa corporal en los glúteos.
Otra particularidad era la de sus genitales, el "sinus pudoris", velo del pudor, cortina de la vergüenza o delantal hotentote, que es una elongación de los labios menores de la vagina, propia de las mujeres de su etnia.

La engañaron para que firmara un contrato en el que aceptaba convertirse en sirvienta de los Dunlop y ser exhibida como espectáculo. Le prometieron un porcentaje de lo ganado y que tras 5 años le devolverían la libertad. 


Era presentada bajo el nombre artístico de "la Venus Hotentote". "Hottentot" era un término peyorativo con el que los holandeses se referían a la "gente del monte", o a los tartamudos.


En Londres, fue expuesta dentro de una jaula, prácticamente desnuda, en Piccadilly Circus, de la una de la tarde hasta las cinco. La gente podía pagar dos chelines para verla, y por un poco más, los hombres podían tocar sus nalgas e incluso acostarse con ella.
Consiguieron covertirla en fumadora y bebedora de alcohol para el espectáculo.



  "De la noche a la mañana, Londres estaba imbuida por la SARA-MANIA. Consiguió capturar la imaginación de los ingleses. La gente le cantaba canciones, los poetas dedicaban poesías, los ilustradores hacían caricaturas, era mofa para unos y obsesión para otros".


El fenómeno también llamó la atención del movimiento antiesclavista, uno de cuyos referentes, Robert Wedderburn, se puso a la cabeza de una campaña para terminar con el espectáculo y liberar a Sara de la humillación a que era sometida. 

Inició una demanda en los tribunales para demostrar que Sara había sido sacada de África en contra de su voluntad. Fracasó porque la justicia inglesa dio validez al contrato que la mujer, aunque era analfabeta,  supuestamente había firmado en Ciudad del Cabo.


     Pese a salir airoso en tribunales, Dunlop prefirió alejarse  del ojo de la tormenta e inició una gira para exhibir a "la Venus hotentote" por toda Gran Bretaña.  Además de mostrarla en teatros y plazas, la prostituía diariamente hasta que la pasó a manos de un exhibidor de animales, Reaux, quien la siguió exponiendo.

     Cuentan las crónicas que en la jaula, junto a ella, habían metido una cría de rinoceronte. Un domador daba órdenes de levantarse y sentarse y la mujer y el animal debían obedecer al mismo tiempo.

     Decía antes que también fue víctima del racismo científico.


     Efectivamente, fue confiscada por Georges Cuvier, cirujano amigo de Napoleón,  que utilizó su influencia para llevársela como objeto de estudio  y que organizó un grupo ciéntifico formado por anatomistas, fisiólogos y zoólogos que sometieron a la joven a un examen que duró tres días.


     Los propósitos de esta observación fueron, en primer lugar, proporcionar un detallado estudio comparado entre esta mujer, "representante de la raza humana más baja, los negros" y los tipos más elevados de simios,  (los chimpancés, llamados orangutanes). Y en segundo lugar, realizar una descrpción más completa posible de las
anomalías de sus genitales.

     La investigación requería que Baartman permaneciese desnuda en las salas del museo ante al menos  tres hombres formalmente vestidos.


     Curvier anotó que ella fue amable para desnudarse y sentarse para dos retratos (la pintaron de frente y de perfil). Otros presentes, sin embargo, subrayaron que hubo grandes dificultades para convencer a la joven de que se desnudase. Solo con "gran pesar", ella aceptó dejar sus genitales  brevemente al descubierto, pero ninguno de los presentes logró una clara visión de aquellos.


     Finalmente, a medida que que el interés público disminuía, Sarah terminó por dedicarse a la prostitución y a malvivir en las frias temperaturas invernales.


     El 29 de diciembre de 1815, con solo 26 años de edad, murío víctima al parecer de una enfermedad de tipo inflamatorio. Alcolholizada, posiblemente con sífilis avanzada, terminó abatida por una pulmonía.

    Su cuerpo acabó en la mesa de disecciones de Cuvier, ya que "con el fin de satisfacer la curiosidad de la cienca", se decidió que el anatomisma estudiase sus restos y luego publicase una monografía con los resultados de la autopsia. 


     Sobre el "velo del pudor",  en su informe hecho público en 1817, señalaba: "No hay en la historia natural nada más famoso que el delantal o velo de las hotentotes y, al mismo tiempo, ningún otro rasgo ha sido objeto de tantas discusiones".


     Una vez completada su disección, Cuvier tuvo "el honor", como expresó él mismo, de presentar a los hombres de la academia los genitales de Sara conservados en formol y  preparados de tal manera que "no dejaban dudas sobre la naturaleza dse su delantal".


     Con respecto al otro carácter llamativo de Saartjie, su voluminoso trasero, Cuvier en su monografía, que incluía sus observaciones de la joven viva y de su autopsia, informaba: "Pudimos verificar que la protuberancia de sus nalgas no tenía base muscular alguna, sino que surgía de una masa  grasa de consistencia temblorosa y elástica, situada inmediatamente por debajo de la piel".


     En el resto de la descripción que hacía de Baartman, Cuvier subrayaba una serie de similitudes con los simios y hablaba de que su pequeño craneo le hacía estúpida, sin hacer mención a que la mujer solo media 1,35 m y por lo tanto el tamaño de su cabeza era proporcionado a su altura.


     Sin embargo, Cuvier se contradecía pues en su propia monografìa señalaba en más de una ocasión que ella era una mujer inteligente. Mencionaba que tenía una excelente memoria, que hablaba bien el holandés, tenía cierto doninio del inglés y estaba empezando a aprender francés cuando murió.


     Al igual que sucedía con gran número de animales cuyos esqueletos y pieles eran vendidos o donados a los museos de Historia Natural, el cuerpo de Baartman fue desarticulado y , hasta muy recientemente, partes de él se encontraban en el Museo del Hombre de París. De hecho, sus genitales y cerebro se preservaron en formol en un frasco durante más de siglo y medio.

 
     En 1994, el presidente de Sudáfrica Nelson Mandela, le hizo una petición formal a su par francés F. Miterrand, para que los restos de Sara fueran devueltos a su patria.  Miterrand aceptó la petición, pero Francia se tomó otros 8 años en cumplirlo, hasta que fue resuelto por la Asamblea Nacional en marzo de 2002, y se acordó por fin que los restos de Sara fueran devueltos a su país natal donde se enterraron debidamente, acabando con esta lamentable y humillante historia.


     La reacción de los habitantes de Europa ante la llegada de personas "exóticas" procedentes de países lejanos, en general se ha caracterizado por una clara falta de respeto. El hecho quizás más ominoso de este comportamiento queda reflejado en la exhibición pública de gente de otros pueblos con el único fin de entretener a los espectadores.


     Hasta el siglo XIX, no solo se diseccionaron y embalsamaron los restos de cuerpos de individuos de tierras remotas, principalmente los cráneos y órgamos sexuales y se mostraban al público como formas de espectáculo, sino que tanbién se aceptó con naturalidad la exposición de personas vivas.


     En Europa, sobre  todo en Francia y Gran Bretaña, las imágenes desnudas de esta mujer negra quedaron como testimonio de lo que la socióloga Patricia Hills Collins llamó "representraciones de las ideologías racistas y sexistas que impregnan la estructura social que se convierten en hegemónicas, se consideran naturales".


     También en España tuvimos al "Bosquimano de Bañolas", que fue exhibido embalsamado como la principal atracción del Museo Darder, en Bañolas, Girona. Estuvo expuesto hasta el año 2000, cuando se repatriaron sus restos a Botsuana.

     Las atrocidades sufridas durante su vida y post-morten han convertido a Sara Baartman en símbolo de la lucha contra el racismo, el colonialismo y la violencia de género en Sudáfrica y en todo  el continente africano.

 


  



 

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