Ábrannos la puerta, compañeros...
Ay, ábrannos la puerta,
ábranla rápido, compañeros,
que afuera andan el miedo, el frío, el hambre,
y hay rocío, hay oscuridad y bruma…
¡Somos un ejército entero,
todo un ejército numeroso,
que les pide comprensión, compañeros!
Y la puerta sigue cerrada…
Nuestras recias manos negras
de talle grosero,
nuestras manos de dibujos rudos y ansiosos
ya se cansaron de tanto golpear en vano…
Ay, compañeros,
abandonen por un momento la mansedumbre
estancada del comodismo gregario,
¡Y vengan!
Si no es así,
los invitamos a tirar,
sin siquiera moverse,
la llave mágica que tanto codiciamos…
La aceptaremos igual
Si nos humillan entregándola con desdén.
Lo que importa
es que no nos dejen morir
miserables y congelados
afuera, en la noche fría poblada de xipócués…
“Lo que importa
es que nos abran la puerta.”
(Poema de Noémia de Souza).
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Noémia de Sousa fue una de las poetas mozambiqueñas más influyentes del siglo XX. Sus poemas están recogidos en el libro "Sangre negra", publicado por primera vez en 2001, unos meses antes de su muerte.
Sin embargo, fue entre 1949 y 1952 cuando la autora escribió la mayor parte de sus poemas, a sus veintipocos años. La investigadora Laura Cavalcanti Padilha relata que “durante 50 años, esta obra circuló en fotocopias que pasaban de mano en mano, a veces en reproducciones muy precarias”.
Ella misma dijo: "Es increíble pensar que hemos leído Sangue Negra. Los negros no podían tener acceso a esas escuelas, a la educación pública. Los negros sólo podían tener acceso cuando eran asimilados. Cuando yo estudiaba, estaba en una escuela muy grande, no había ni un solo negro (…) Los negros tenían que asimilarse, tener un documento expedido por las autoridades que dijera que vivían como los blancos: comían en una mesa, no comían en el suelo, en una estera, dormían en una cama, etc., hablaban portugués, o sea: que estaban asimilados a la cultura portuguesa".
Murió en Cascais, Portugal, en diciembre de 2002.
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